martes, 11 de noviembre de 2008

Universidad Prenatal (René Van de Carr, psicólogo del desarrollo).

hola hermosas. les envio esto, creo que alguna vez hablamos de la universidad prenatal y rene van de carr.
saludos. Tamara



http://www.dailymotion.com/video/x6swcr_universidad-prenatal-rene-van-de-ca_school

(lo siguiente es lo que rescaté del asunto)

Universidad Prenatal (René Van de Carr, psicólogo del desarrollo).
Documental realizado por Discovery Channel año ¿?

Estimular al niño prenatal puede traer niños más inteligentes. Se les habla a 3 veces el volumen normal, aprenderá que la sensación de acariciar va asociado a la palabra acariciar, o la sensación de frotar va asociado a la palabra frotar. La idea es que el bebé aprenda que las palabras tienen significado, pero no se limita solo a palabras, sino también a la música.
Los efectos son que los niños empiezan a usar palabras y frases antes, mucho antes, su capacidad de comunicación es mejor, también su coordinación, se acelera su habilidad para ponerse en pié y andar. Sus habilidades motoras generales se aceleran en relación a los niños que no han tenido este tipo de ventaja (media de 14 puntos más de CI)
William Fifer ha estudiado la estimulación mediante sonidos y movimientos busca cambios en el ritmo del corazón, lo que le indicará básicamente si el cerebro presta atención, si escucha, si intenta procesar ese tipo de estimulación a algún nivel. Se buscan cambios significativos en el ritmo cardiaco, normalmente empieza con una desaceleración cuando oye algo familiar, algo que quiere identificar como la voz de la madre y luego vuelve a subir.
Lo que oye un feto dentro del vientre sonará muy distinto a como lo oímos nosotros, según William Fifer, “el feto oye una versión apagada de las voces externas, ni siquiera la voz de la madre que llega bien al oído del feto resulta muy clara, está apagada, más o menos como si usted oyera a alguien escuchar música en la habitación de al lado”. El feto no responde a las palabras de la madre, sino al tono y la pauta general, y eso le llega mezclado con otros ruidos, el sonido del corazón de la madre por ejemplo. Es posible que los padres que asisten a escuelas para estimular a sus hijos en el útero, también sean más propensos a hacerlo después del nacimiento, y las hormonas de satisfacción que libera la madre cuando habla a su feto, pueden hacer que el vientre sea el entorno ideal para maximizar el desarrollo del cerebro.

lunes, 3 de noviembre de 2008

PEQUEÑA INTRODUCCION DE SEMINARIO QUE DARA THOMAS VERNY

http://transpersonal.com.mx/site/video/dr-thomas-r-verny-md

domingo, 19 de octubre de 2008

NIVELES DE PREGUNTAS PARA LA ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD

1.-¿Siente que se comunica con su hijo-hija? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA
2.-¿De qué forma se comunica con su hijo-hija? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA
3.-¿Por qué se comunica? = SONDEO-OPINIÓN

4.-¿Qué comunica? = PRINCIPAL-OPINIÓN
5.-¿Cuándo se comunica con su hijo-hija? = SONDEO-EXPERIENCIA
6.-¿Qué palabras pondría usted a los sentimientos que usted experimenta cuando se comunica? = SONDEO-EXPERIENCIA
7.-¿Prefiere el día o la noche? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA
8.-¿Por qué? = SONDEO-OPINIÓN
9.-¿Qué lugar elige para comunicarse? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA
10.-¿Qué recursos utiliza para comunicarse? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA

11.-¿Sueña con su hijo-hija? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA
12.-¿Puede relatar un sueño? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA

13.-¿Le habla a su hijo-hija? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA

14.-¿Estimula manualmente a su hijo? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA

15.-¿Es agradable para usted sentir que le patea el vientre? = PRINCIPAL-OPINIÓN
16.-¿Qué siente cuando su hijo-hija lo hace? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA

17.-¿Cree saber lo que le gusta a su hijo-hija? = PRINCIPAL-OPINIÓN

18.-¿Cree saber con que personas su hijo-hija reacciona, se mueve o patea? = PRINCIPAL-OPINIÓN

19.-¿le pone música a su hijo? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA
20.-¿Qué tipo de música? = SEGUIMIENTO-OPINIÓN
21.-¿Por qué le pone música a su hijo-hija? = SONDEO-OPINIÓN

22.-¿Dibuja imágenes de su hijo-hija? = PRINCIPAL-EXPERIENCIA
23.-¿Le provoca inspiración su hijo-hija en alguna expresión artística? = SONDEO EXPERIENCIA
24.-¿Cuándo cree usted que comenzó a comunicarse con su hijo-hija? = SEGUIMIENTO-OPINIÓN

25.-¿Usted piensa que la escucha? = PRINCIPAL-OPINIÓN
26.-¿Por qué? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA

27.-¿Cree usted que siente sus manos cuando toca su abdomen? = PRINCIPAL-OPINIÓN
28.-¿Siente respuesta de su hijo-hija? = SEGUIMIENTO-EXPERIENCIA
29.-¿De qué forma? = SONDEO-EXPERIENCIA

30.-¿Cómo aprendió a comunicarse? = PRINCIPAL-FUENTEDEINSPIRACIÓN
31.-¿De dónde obtuvo la información? = SEGUIMIENTO-FUENTEDEINSPIRACIÓN
32.-¿Quién la orientó? = SONDEO-FUENTEDEINFORMACIÓN

33.-¿Ha leído alguna vez algún libro o documento acerca de la comunicación con su bebe? PRINCIPAL-FUENTEDEINSPIRACIÓN
34.-¿Se comunicó con su(s) hijo(s) (as) anterior(es)? = SONDEO-EXPERIENCIA

35.-¿Cree usted que es beneficioso comunicarse con su hijo? = PRINCIPAL-OPINIÓN
36.-¿Ha hablado con un profesional de la Salud sobre este tema? = SEGUIMIENTO-FUENTEDEINFORMACIÓN

PRINCIPAL: 15

SEGUIMIENTO: 12

SONDEO: 9

CASUISTICA

CASUÍSTICA
VocTEO


Este término, derivado de la palabra latina casus, significa en primer lugar la aplicación de unos conocimientos o normas generales a unos fenómenos o casos particulares, a menudo con la intención pedagógica de ofrecer una ayuda para una decisión responsable en casos análogos de conflicto.

Este término, de acepción no unívoca, se usa en diversos campos del saber humano: en la medicina significa la recogida de observaciones sobre determinadas enfermedades: en jurisprudencia, no solamente se aplica cada ley a unos hechos concretos, sino que también las sentencias concretas contribuyen a la determinación del mismo derecho; finalmente, en las diversas religiones, hay siempre un conjunto de prescripciones rituales y morales por las que se trata de encontrar la aplicación justa de las normas en las situaciones concretas de la vida. Por eso mismo siempre ha estado presente una casuística en la tradición bíblico-cristiana.

Como momento de la teología moral, la casuística se desarrolló solamente a partir del s. XVl, cuando para obedecer la prescripción del concilio de Trento de confesar íntegramente todos los pecados mortales, indicando incluso el número, la especie y - las circunstancias de los mismos, se encargó a unos profesores concretos la formación de los futuros confesores mediante la discusión de diversos casus conscientiae, sacados en parte de la vida y en parte totalmente ficticios.

A continuación se publicaron volúmenes concisos de casos de conciencia, mediante los cuales, con un método concreto que partía de las leyes divinas y humanas y con la ayuda de los «principios reflejos" (cf. sistemas morales), se intentaba dar una respuesta sobre la existencia o no existencia de ciertas obligaciones morales, resolviendo de esta manera el caso (cf. la larga lista de publicaciones en DTC, 11, col. 1872-1876). Desde la perspectiva de hoy se podría ver en esas respuestas el intento de garantizar cierto margen de libertad al individuo en medio de la sociedad absolutista y completamente reglamentada de entonces. Pero también iba unido a ello el peligro de limitarse a lo mínimo exigido para las obligaciones morales, cediendo incluso a veces a posiciones «laxistas", de manera que algunas de esas colecciones de casos fueron a parar al índice.

En contra de la moral casuista se levantaron las críticas de aquellas escuelas morales que tendían a posiciones rigoristas, especialmente el jansenismo. El ataque literario más conocido es el de las Lettres a un provincial de Blaise Pascal (165611657). También la moral protestante rechaza en general la casuística, viendo en ella una expresión del espíritu farisaico que exalta la ley a costa del Evangelio. Por eso la casuística ha sido considerada hasta nuestros días como legalista, minimalista y, por algunos de sus casos ficticios, alejada de los problemas reales de la gente.

Una seria reflexión ética no podrá prescindir sin embargo de analizar en todos sus elementos la experiencia moral hecha en las diversas decisiones de la vida, sobre todo en situaciones difíciles, intentando llegar así a una "cultura del pensamiento concreto" (Demmer).

Aunque la decisión en la situación concreta no puede comprenderse nunca como pura aplicación de la ciencia moral, va que en la situación misma se encuentran elementos que sólo puede valorar la conciencia del individuo, sigue siendo verdad que un análisis l una discusión objetiva del caso (la Casuística) conserva su valor pedagógico de formación de la conciencia; más aún, en algunas experiencias piloto podrá tener una función eurística de investigación y de formulación de nuevas normas morales.

C Golser



Bibl.: 1, Tarucchi, Casuistica, en DTM, 1 BO182; E. Dublanchv Cas de conscience, Casuistique, en DTC,-II, lB15-1820.
http://www.mercaba.org/VocTEO/C/casuistica.htm

martes, 14 de octubre de 2008

De las neuronas espejo a la neuropolítica moral

• Experimentos científicos muestran que cuando uno percibe el dolor de los otros se movilizan automáticamente los mismos circuitos neuronales que cuando uno siente su propio dolor.

• En 1996 a través de grabaciones de una sola célula de macacos, investigadores se dan cuenta que existe un tipo de células cerebrales denominadas “neuronas espejo”, encontradas en el área F5 de la corteza promotora, que disparaban no sólo cuando el mono realizaba una acción, sino también cuando éste veía a otro mono realizar las misma.

• Mediante Resonancia Magnética funcional (RMf) se descubre que las áreas humanas que se supone que contienen neuronas espejo se comunicaban con el sistema límbico o emocional, facilitando la conexión con los sentimientos de otras personas.

• Se cree que estos circuitos neuronales constituyen la base del comportamiento empático, respondiendo instantáneamente a la aflicción de los demás. Por ejemplo, cuando un niño pide ayuda angustiosamente, se siente la necesidad de ayudar a ese niño.

• Ramachandran (director Centro Cerebro y Cognición) afirma que las neuronas espejo pueden sentir el dolor de otros. Las denomina “neuronas de la empatía” o “neuronas Dalai Lama”. Afirma que estas neuronas nos pueden hacer ver el mundo desde el punto de vista de otra persona.

• Rizzolatti, neurocientífico italiano, quien descubre las neuronas espejo, afirma que estas neuronas nos permiten captar las mentes de los demás a través de una estimación directa de los sentimientos, no con el pensamiento.

• Hace cuarenta años, Jane Goodall, primatóloga, observó y escribió sobre las emociones, relaciones sociales y cultura de los chimpancés.
Los expertos se mantuvieron escépticos.

• Hace una década, el famoso etólogo Frans de Waal (1993) escribió sobre los antecedentes de la moralidad en “Bien Natural: Los orígenes del bien y del mal en los humanos y otros animales”. El consenso científico aún se hacía esperar.
En su obra reciente, de Waal argumenta de forma convincente que la moralidad
humana, incluida la capacidad empática, es una herencia de comportamiento de
nuestros parientes evolutivos más próximos.

• Hauser en el 2006 dice que la evolución seleccionó el rasgo de la empatía por las ventajas para la supervivencia que otorga el hecho de entenderse con los demás.

• Existen estudios que demuestran que la empatía está presente en niños de 18 meses o menores.
• Warneken y colegas alemanes hallaron recientemente que los chimpancés prestan ayuda incluso a chimpancés no emparentados y a humanos que no conocen, sin expectativas de recompensa y aunque esto les cause algún tipo de molestia.

• Actualmente ya no se cuestiona que compartimos las facultades morales con otras especies.

• Mogil y su equipo en la Universidad McGill demostraron recientemente que los ratones sienten ansiedad cuando observan a otros ratones que sienten dolor. Concluyen que los ratones emplean pistas visuales para su respuesta empática.

• Investigaciones de Koenigs y colegas (2007) indican que la corteza prefrontal ventromedial es necesaria para las emociones y los juicios morales. Los daños en la CPVM se relacionan con comportamientos psicópatas y una gran carencia empática.

• Kropotkin afirma que la ayuda mutua era un instinto moral y una ley natural. Piensa que esta predisposición a ayudarse mutuamente (la sociabilidad humana) era de origen prehumano.

• Uno de los problemas que queda por explicar es por qué se ha avanzado tan poco en el lo que se supone extender esta orientación empática hacia las vidas distantes. Dado un mundo lleno de violencia, no se sabe por qué nuestra intuición moral no tiene mayor efecto de mejora, por qué no se produce un mundo más pacífico.

• Jensen dice “El modo que se nos educa y se nos entretiene evita que nos enteremos o que entandemos el dolor de los demás”, volviéndonos incapaces de reconocer y dar expresión a nuestros sentimiento morales.

• Hauser (2006) observa que la proximidad fue un factor en la expresión de la empatía. En nuestro pasado evolutivo, el apego a la familia humana más amplia, era prácticamente incomprensible y por lo tanto se carecía de la conexión emocional.

• Halpern (1993) sugiere pensar en la empatía como una especie de chispa de la curiosidad natural, que despierta la necesidad de comprender mejor.

• Hauser postula una “gramática moral universal”, cableada en nuestros circuitos anteriores a través de la evolución. Observamos que la crianza entra en juego para guiarnos hacia la adicción de sistemas morales particulares. Los factores ambientales pueden impulsar a los individuos hacia un razonamiento moral defectuoso.

• Para usar el mecanismo de espejo de una forma positiva, hace falta añadir algo cultural.

• Empleando estimulación magnética transcraneal, Molnar-Szakacs y sus colegas encontraron diferencias significativas en la actividad de las neuronas espejo, según la persona que transmitiera la información compartiera o no, las características culturales y étnicas del sujeto.

• Los orígenes evolutivos y biológicos de la empatía aportan pruebas empíricas sólidas a favor de la construcción de una sociedad mucho mejor.

• Estas nuevas investigaciones son del todo coherentes con el trabajo de la naturaleza del amor autentico y la expresión concreta de ese amor en forma de afecto.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Preguntas:

Generación de 2 preguntas generales:

1.-¿Cúales son sus experiencias con su embarazo?
2.-¿Cúal es su rutina durante este embarazo?

Preguntas de la entrevista en profundidad:

1.-¿Siente que se comunica con su hijo-hija?
2.-¿De qué forma se comunica con su hijo-hija?
3.-¿Por qué se comunica?
4.-¿Qué comunica?
5.-¿Cuándo se comunica con su hijo-hija?
6.-¿Qué palabras pondría usted a los sentimientos que usted experimenta cuando se comunica?
7.-¿Prefiere el día o la noche?
8.-¿Por qué?
9.-¿Qué lugar elige para comunicarse?
10.-¿Qué recursos utiliza para comunicarse?
11.-¿Sueña con su hijo-hija?
12.-¿Puede relatar un sueño?
13.-¿Le habla a su hijo-hija?
14.-¿Estimula manualmente a su hijo?
15.-¿Es agradable para usted sentir que le patea el vientre?
16.-¿Qué siente cuando su hijo-hija lo hace?
17.-¿Cree saber lo que le gusta a su hijo-hija?
18.-¿Cree saber con que personas su hijo-hija reacciona, se mueve o patea?
19.-¿le pone música a su hijo?
20.-¿Qué tipo de música?
21.-¿Por qué le pone música a su hijo-hija?
22.-¿Dibuja imágenes de su hijo-hija?
23.-¿Le provoca inspiración su hijo-hija en alguna expresión artística?
24.-¿Cuándo cree usted que comenzó a comunicarse con su hijo-hija?
25.-¿Usted piensa que la escucha?
26.-¿Por qué?
27.-¿Cree usted que siente sus manos cuando toca su abdomen?
28.-¿Siente respuesta de su hijo-hija?
29.-¿De qué forma?
30.-¿Cómo aprendió a comunicarse?
31.-¿De dónde obtuvo la información?
32.-¿Quién la orientó?
33.-¿Ha leído alguna vez algún libro o documento acerca de la comunicación con su bebe?
34.-¿Se comunicó con su(s) hijo(s) (as) anterior(es)?
35.-¿Cree usted que es beneficioso comunicarse con su hijo?
29.-¿Ha hablado con un profesional de la Salud sobre este tema?

jueves, 4 de septiembre de 2008

Conductas de riesgo y factores protectores:

Conductas de riesgo y factores protectores:
Porf: Ramon Florenzano Urzúa

En lecciones previas se ha mostrado como transcurre la vida de un adolescente "normal", inserto en una familia, asistiendo a su escuela, rodeado de un grupo de amigos y conectado hoy al mundo externo a través de los medios masivos de comunicación. Colocamos la palabra "normal" entre comillas a propósito: la normalidad absoluta es una utopía, un constructo teórico. El desarrollo lleva por muchos caminos a diversos desenlaces. La mayoría de estos, como Offer (i) lo ha demostrado, pueden considerarse normales. Al mismo tiempo, es claro que el desarrollo adolescente puede verse perturbado por acciones, voluntarias o imperadas, del propio joven, que pueden llevar a consecuencias nocivas para su salud. Muchos de los principales problemas sanitarios del adolescente son consecuencia de comportamientos riesgosos. El concepto de joven de alto riesgo se ha popularizado en los últimos tiempos, pensando en que si conocemos los factores que llevan a estas conductas arriesgadas, estaremos en mejor posición para prevenir las consecuencias de estas, e incluso para tratarlas mejor cuando se presenten.
Por otra parte, con el objeto de superar una actitud solo preventiva, se ha prestado progresiva atención a la noción de factores protectores de la salud del adolescente. Desde éste ángulo de promoción de la salud es donde surge el concepto de resiliencia como uno útil para explorar la posibilidad de proteger, en el sentido de inmunizar, de las conductas de riesgo y de sus consecuencias. La analogía con las vacunaciones es interesante: lo que se logra al inmunizar no es eliminar la exposición al agente patógeno, sino obtener una protección que hace improbable que el factor de riesgo provoque daños. En términos de la situación de nuestros adolescentes hoy, es difícil esperar que no entren nunca en contacto con fuentes de drogas, pero si es dable pensar que tengan destrezas para rechazarlas, que les permita no entrar al camino de la farmacodependencia. El concepto de resiliencia surgió justamente de la observación de niños provenientes de ambientes altamente carenciados, sea por motivos socio-económicos, sea por problemas familiares, y que sin embargo presentaban un desarrollo plenamente satisfactorio. El estudio de estos niños que rebotan frente a la adversidad es especialmente interesante.
Colocando la terminología previa en acepciones más tradicionales de salud pública, podemos decir que la secuencia factores - conductas - consecuencias del riesgo corresponde a los tres niveles clásicos de prevención en salud pública: prevención primaria, secundaria y terciaria. El enfoque protector, por otra parte, calza con el de promoción de la salud, como se ilustra en el grafico1.
La estrategia de riesgo se ha demostrado como especialmente útil en el terreno de los problemas de salud del adolescente. Dryfoos (ii) ha conceptualizado la secuencia anterior, hablando de factores antecedentes, ligados a características socio-demográficas (por lo tanto no modificables), y factores personales, familiares, comunitarios y del contexto socio-cultural amplio. La conducta de alto riesgo es definida por ella como "la mayor probabilidad (riesgo) de que se produzcan consecuencias negativas para la salud". El razonamiento se aplica por lo tanto a cualquiera de las conductas que desde los estudios de Jessor y Jessor (iii) han sido considerados arriesgadas. En el caso del cigarrillo, una conducta (fumar cigarrillos) se asocia, en el mediano o largo plazo con consecuencias tales como cáncer pulmonar. En otros casos la asociación es más mediata, como cuando la conducta relación sexual temprana tiene como consecuencia un embarazo precoz. El grafico 2 resume esta secuencia causal.
Entre los antecedentes de estas conductas, se pueden considerar diversos elementos. Modificando la esquematización de Dryfoos distinguiremos las características socio-demográficas, tales como sexo, edad, etnicidad, educación de los padres, extracción rural o urbana, de las características individuales como nivel educacional, notas en la escuela, religiosidad, personalidad y sus características, etc. En un tercer nivel podemos distinguir características familiares, tales como grado de cohesión, flexibilidad, calidad de la comunicación, etc. Finalmente, en el plano comunitario podemos separar las características del sistema educacional, de pares, de los medios de comunicación de masas que llegan al niño y factores macroeconómicos como la situación del empleo, las oportunidades educacionales, el nivel de ingresos, etc.
En cuanto a las conductas de riesgo mismas, éstas constituyen un conjunto amplio. Las cuatro que focalizaremos en este estudio son las farmacodependencias, la conducta sexual temprana, la delicuencia y otras conductas violentas, y la deserción escolar. No incluiremos algunas de importancia en esta lección, como son las alteraciones de las apetencias (bulimia y anorexia nervosa), por razones de espacio y por haber tratado estos temas en otras publicaciones (iv,v) y en otra lección de este curso. También se han tratado previamente en forma breve algunos problemas específicos de psicopatología.
La concentración de estas conductas en el mismo grupo de adolescentes ha sido uno de los hallazgos más consistentes de la literatura desde el estudio inicial ya citado de los Jessor en los Estados Unidos, y que luego documentara Maddaleno a fines de la década del 80 en Santiago de Chile (op.cit.). Las conductas mencionadas tienden a no distribuirse en forma aleatoria entre todos los adolescentes de una población dada, sino a concentrarse en un subconjunto de estos, que habitualmente presentan características de riesgo. Son los mismos adolescentes los que consumen drogas, los que tienen actividad sexual precoz, los que presentan conductas sociales desviadas, y los que tienen bajo rendimiento escolar. Este hecho estadístico tiene consecuencias importantes para la prevención de estas conductas, como veremos más adelante.
Las consecuencias de las conductas anteriores en términos de problemas de salud han sido estudiadas sistemáticamente por la medicina de la adolescencia y por diversas especialidades clínicas (vi). Mencionemos aquí solo rápidamente y a modo de ejemplo, las alteraciones neuropsiquiátricas producto del consumo prolongado o masivo de sustancias químicas, las complicaciones obstétricas de los embarazos tempranos, así como la mayor frecuencia de enfermedades de transmisión sexual, entre ellos el SIDA, las menores oportunidades laborales de los niños que rinden poco o que desertan tempranamente del sistema escolar, y las consecuencias familiares y sociales de las conductas delincuentes. Estas consecuencias tienen un costo alto para las personas, así para como los Estados y sus sistemas judiciales y sanitarios, que deben estar constantemente financiando el tratamiento de muchos adolescentes que las presentan. Es por ello que una labor preventiva centrada en las conductas de riesgo o sus factores antecedentes es, en el mediano y largo plazo, una mejor inversión que el estar focalizando las intervenciones en la terapia o rehabilitación de drogadictos. Asimismo, muchos de los programas para intervenir en estos problemas se han desarrollado históricamente en forma independiente o desagregada. Es claro hoy día que es preferible concentrar los esfuerzos en los comunes denominadores que preceden las conductas, ya que una y otra vez las investigaciones muestran que son los mismos los factores que llevan a la drogadicción que a la delincuencia. Ver Gráfico 4.

FACTORES PROTECTORES Y RESILIENCIA
Posteriormente al desarrollo del anteriormente enunciado modelo de riesgo, el foco de la atención científica se ha centrado en el concepto de factores protectores. Estos han sido definidos por Jessor como aquellos recursos personales, sociales e institucionales que promueven el desarrollo exitoso del adolescente o que disminuyen el riesgo de que surja un desarrollo alterado (vii).
Al revisar la historia del concepto de factores protectores, esta comienza con algunos conceptos psicoanalíticos como el de fuerza del Yo, que se refiere a la capacidad interna de enfrentar situaciones estrésantes. En el mismo sentido, William Hollister ya en la década del 50 hablo de strens, como ántonimo de stress, refiriéndose a aquellas experiencias que promovían el crecimiento y desarrollo personales (viii). Pero el estudio sistemático del tema comienza con los estudios de E. James Anthony (ix), quien en 1968 inició un estudio longitudinal de 141 niños que tenían padres con psicosis funcionales: esquizofrenia o enfermedad maníaco depresiva. El y su equipo concluyeron que podían identificarse a los niños altamente vulnerables, que eran los que se identificaban e involucraban con el padre enfermo, con tendencia a una personalidad sugestionable y sumisa, que incorporaba la visión distorsionada de la realidad de su progenitor, en contraposición a los niños poco vulnerables, que tendían a mantenerse alejados del padre enfermo, y a defenderse de adoptar la visión del mundo de éste. Al evaluar el nivel de ajuste posterior de estos niños, encontró que el 62% de los niños poco vulnerables se adaptaban bien, en comparación a solo el 10% de los vulnerables.
Posteriormente, Norman Garmezy desarrolló sus estudios acerca de niños competentes, descritos como "niños sanos que viven en ambientes enfermos". Estos niños fueron descritos asi por Garmezy (x):
"Poseen destrezas sociales, son amistosos y sus amigos los quieren, en contraste a los niños menos adaptados, que son más letárgicos, retraídos, tensos e inquietos. Estos niños tienen aplomo social que les permite relacionarse bien tanto con los adultos como con sus pares cuando juegan o interactuan con otros. Tienden a tener una auto-imagen positiva, y no se autodescalifican. Están conscientes de los atributos positivos que poseen, y se sienten capaces de influir en los sucesos del mundo que les rodea, en contraste a la sensación de estar a merced del ambiente de los niños menos adecuados. Son intelectualmente capaces, tendiendo a rendir bien académicamente, y actúan en general cautamente, con buen control impulsivo y actitudes reflexivas. Están motivados a rendir, y no muestran tendencia a la apatía.. Sus familias muchas veces están alteradas, puede faltar el padre, pero en general son hogares organizados desde el punto de vista tanto del espacio como de las rutinas temporales".
Posteriormente, Michael Rutter, un epidemiólogo y psiquiatra ingles, estudió los factores mediadores entre las situaciones contextuales y la respuesta del niño. Al estudiar hijos de hogares uniparentales por separación conyugal, encontró que el contar con una buena relación con uno de los padres era un factor positivo que fomentaba la resiliencia, así como el pasar de una situación de disputas constantes a un hogar más plácido y menos beligerante después de la separación. Encontró también que en general los adolescentes varones son más susceptibles al roce interpersonal que las niñas, y que los factores temperamentales eran importantes: los niños más irregulares para dormir o para alimentarse, tendían a ser más afectados por el estrés intrafamiliar que los más plácidos y sistemáticos en sus hábitos (xi).
Otro estudio importante fue el desarrollado en la comunidad de Kaui, en Hawaii por Werner y Smith, que siguieron a 600 sujetos por más de dos décadas. Estos jóvenes habían sido expuestos en su niñez a factores importantes de riesgo, tales como pobreza, madres poco educadas, complicaciones perinatales a veces severas, desarrollo irregular, anomalías congénitas o psicopatología parental. Los niños invencibles de Kauai fueron capaces de transformarse en jóvenes autónomos y competentes, que "trabajan bien, juegan bien, aman bien, y tienen esperanza en su futuro".
Entre los factores protectores encontrados por múltiples estudios empíricos, mencionemos:
• Una relación emocional estable por lo menos con un padre u otro adulto significativo.
• Redes sociales existentes tanto dentro como fuera de la familia: parientes, vecinos, profesores, religiosos, pares.
• Clima educativo abierto, positivo, orientador, con normas y valores claros.
• Modelos sociales que valoren el enfrentamiento positivo de los problemas, representados por los padres, hermanos, profesores o amigos;
• Balance adecuado entre responsabilidades sociales y expectativas de logro (por ejemplo, en el cuidado de parientes enfermos, de rendimiento escolar);
• Competencias cognitivas (nivel intelectual promedio, destrezas de comunicación, empatía, capacidades de planificación realista);
• Características temperamentales que favorezcan el enfrentamiento efectivo (flexibilidad, orientación optimista a los problemas, capacidad de reflexionar y controlar los impulsos, capacidades verbales adecuadas para comunicarse);
• Experiencias de auto/eficacia, con locus de control interno, confianza en sí mismo, y autoconcepto positivo;
• Actitud proactiva frente a situaciones estresantes;
• Experiencia de sentido y significado de la propia vida (fe, religión, ideología, coherencia valórica).
Tal como se ilustra en el Gráfico 5 y en el Gráfico 6, los factores protectores a veces son la imagen en positivo de los de riesgo. Otras veces, aluden a dimensiones diversas. Rutter ha insistido en que un factor protector, para serlo, debe diferenciar entre grupos con respuestas adaptativas y maladaptativas en relación a una conducta dada.
La RESILIENCIA ha sido definida de diversos modos por distintos autores. Asi, Garmezy (xii) dice que "resiliencia se refiere al proceso de, y a la capacidad de llegar a una adaptación exitosa a pesar de circunstancias desafiantes o amenazadoras". Otro autor, Antonovsky (xiii) dice"El sentido de coherencia es una orientación global que expresa en que medida se tiene un sentimiento profundo, duradero y dinámico de que (1) los estímulos que aparecen en el medio interno y externo son estructurados , predecibles y explicables; (2)existen recursos disponibles para enfrentar esas demandas del medio; y (3) esas demandas son desafíos dignos de ser enfrentados y resueltos." Quizá la definición más interesante es la que da Vanistendael (xiv) "La resiliencia es la capacidad de una persona o de un sistema social de vivir bien y desarrollarse positivamente a pesar de las condiciones de vida difíciles, y esto de una manera socialmente aceptable."
Este mismo autor, distingue dos componentes en la resiliencia, que son la resistencia frente a la posibilidad de destrucción, o sea la capacidad de proteger la propia identidad bajo presión; y la capacidad de construir un estilo de vida positivo pese a circunstancias difíciles.
Uno de los ejemplos más dramáticos y hermosos de esta capacidad es el de Ana Frank, cuyo diario ha sido fuente de inspiración para millones de personas después de su muerte en el genocidio nazi en Europa al fin de la Guerra en 1944. Citemos de ese diario:
" Yo no pienso en toda la miseria, sino en toda la belleza que aún persiste. Esta es una de las cosas que nos hace tan distintas a mi mamá y a mi. Su consejo, cuando una esta melancólica es: "Piensa en toda la miseria que hay en el mundo que a ti no te toca". Mi consejo es" Sale para afuera, sale al campo, goza de la naturaleza y del sol. Trata de recapturar la felicidad en ti misma y en Dios. Piensa en toda la belleza que todavía queda alrededor tuyo. Se feliz."
(7 de Marzo de 1944).
Los cinco ámbitos interrelacionados que permiten promover la resiliencia son los siguientes:
1. Redes de apoyo social que acepten incondicionalmente al niño en cuanto a persona;
2. Capacidad para averiguar el significado de la vida, en estrecha relación con la vida espiritual y la fe religiosa;
3. Aptitudes y sentimientos de tener algún tipo de control sobre la propia vida;
4. Autoestima;
5. Sentido del humor.
Revisemos brevemente cada uno de estos elementos:
1. REDES SOCIALES: Tanto dentro como fuera de la familia, el contar con adultos interesados en el niño es de suma importancia. La sensación de poder conversar con alguien, como hemos visto en el capítulo sobre pares y amistades adolescentes, es un tema de importancia para todo joven. Dentro de esto, se ha visto que el ser aceptado incondicionalmente por alguien, no por sus rendimientos o logros académicos, deportivos, o por su aspecto o belleza física externos, es muchas veces crucial. Un niño de la calle nos decía: "Si acabé saliendo de la calle fue porque básicamente un día, conocí a alguien que realmente creyó en mi". Los grupos informales de amigos ofrecen generalmente a los adolescentes esta experiencia, lo que explica el poder tanto para bien como para mal que estos grupos tienen sobre el. La familia que funciona bien proporciona a sus miembros esa sensación de apoyo y aceptación incondicional. Al revés, cuando la familia no muestra preocupación por el niño, la carencia emocional puede llevar a múltiples desarrollos psicopatológicos en la vida adulta. Nuevamente, queda claro aquí que la red social más cercana al niño es su familia.
2. SENTIDO DE LA VIDA. El hombre es un ser que busca significado: desde los filósofos pre-socráticos la pregunta por el sentido surge una y otra vez, y preocupa a toda persona en algún momento. Esta pregunta es especialmente acuciante durante la adolescencia, y uno de los temas que más motiva a los adolescentes es la búsqueda de trascendencia. Desde ese punto de vista, uno de los roles más importantes que pueden jugar la familia, la escuela y el mundo adulto, es proporcionar caminos para responder a preguntas tales como: ¿ Para que estamos acá ¿Cuál es el propósito de la vida? La búsqueda de modelos, orden y belleza es al fin y al cabo una de las tareas centrales del sujeto a lo largo de la vida. La fe religiosa es una manera de enfrentar y contestar esta preguntas, así como la adopción de una actitud científica e inquisitiva. Ambas posiciones, la de la fe y la de la ciencia, se presentan a veces como antitéticas, sin serlo necesariamente: la iluminación de la ciencia desde la fe es uno de los temas que se hace cada vez más relevante para muchos jóvenes en nuestros días. En el tema específico de la resiliencia, la búsqueda de sentido es uno de los aspectos más demostradamente importantes para sostener a las personas en momentos difíciles. Quizá una de las personas que en nuestro siglo ha estudiado esto con mayor profundidad ha sido el psiquiatra Viktor Frankl, quien después de vivir experiencias de campos de concentración en la II Guerra Mundial, desarrolló un sistema terapéutico, la logoterapia, justamente centrada en la trascendencia y significado. En otro plano, el interés actual por la filosofía, que se puede ver en la popularidad del movimiento "Filosofía para niños" y en el que un libro de éste tipo ("El Mundo de Sofia") de Jostein Gardner se mantenga por largos períodos en las listas de best-sellers, muestra esta sed humana por lo espiritual y lo trascendente.
3. El desarrollo de aptitudes sociales y destrezas de resolución de problemas. La adquisición de capacidades de desempeño, no solo laborales, sino interpersonales, es otro de los caminos importantes para el poder resolver situaciones críticas. Cada cultura tiene distintos modos de enfrentar la relación entre las personas, y la adecuación del adolescente hacia estas diversas posibilidades se ha mostrado de gran importancia para poder enfrentar situaciones complejas, sea académicas, sean sentimentales, sean familiares. El tema del locus de control interno esta ligado a esto: el contar con la sensación de que se puede iniciar el cambio, y que una actitud proactiva es mejor que una reactiva frente a las situaciones, es uno de los elementos más centrales en las personas resilientes. La entrega progresiva de responsabilidades a los adolescentes, asi como el que estos reconozcan y acepten normas y valores externos a ellos, son modos de desarrollar un sentido ético y moral que nuevamente, ayuda a enfrentar mejor las dificultades que trae la vida consigo.
4. La auto-estima es una de las áreas que más interés ha producido en relación a su rol central en muchas conductas de riesgo. La actitud positiva de los padres, así como los logros sucesivos y adecuados al desarrollo de cada niño según su edad y capacidades es uno de los elementos más cruciales en éste respecto. Muchos padres tienen dificultad en evitar una actitud crítica de tipo destructivo, y una de las áreas en las que más se puede ayudar en las así llamadas escuelas de padres es en la práctica de habilidades de crítica positiva y constructiva. Principios simples, tales como el rechazar la conducta, pero aceptar al adolescente como persona, o bien buscar primero las cualidades positivas detrás del hecho, para luego señalar los problemas, y el mantener un respeto incondicional por la auto-estima del jóven, pueden ayudar mucho a corregir esta tendencia frecuente.
5. Finalmente, el sentido del humor es un elemento necesario para poder recuperarse de muchos problemas y fracasos. El poder aceptar éstos maduramente, y tomar la suficiente distancia para poder reírse de las propias dificultades, muestran un camino hacia la sabiduría personal, y a la posibilidad de tomar una adecuada perspectiva y distancia. El psicoanalista Heinz Kohut (xv) ha señalado como una de las formas transformacionales del narcisismo es el sentido del humor, junto a la empatía y al desarrollo de una sabiduría de vida.
Los conceptos anteriores son resumidos por Vanistandael en la metáfora de "la casita", que se ilustra en el Grafico 7, con la cual trata de resumir los diversos factores que influyen en el desarrollo de una capacidad de resiliencia.

FAMILIA Y FACTORES PROTECTORES
Se ha dicho que uno de los factores protectores generales, para cualquier conducta de riesgo, es la calidad de la interacción con la familia. El Instituto de Medicina de los Estados Unidos ha concluido que la evidencia existente en el sentido de que esta interacción afecta el rendimiento escolar, la competencia social, y las relaciones interpersonales del niño. Los problemas conductuales, en el período pre-escolar, parecen variar proporcionalmente al grado de disponibilidad emocional de los padres en relación a las necesidades de sus hijos. Como Rutter lo ha mostrado (xvi) los padres adecuados son generalmente sensibles a las claves conductuales emitidas por sus hijos con respecto a sus necesidades específicas. Emde (xvii) ha sugerido que esta sensibilidad incluye una integración del padre con los sistemas de regulación tanto fisiológicos como psicológicos del niño. La capacidad de empatía de los padres facilita al niño el mostrar sus emociones, y la aparición de conductas sociales positivas. Otra función reguladora provista por los padres es el control y la disciplina. Los padres normales promueven el auto-control de sus hijos a través de regular la expresión de sentimientos por parte de estos. Bowlby ha elaborado el mismo concepto a través de sus estudios acerca de como el tipo de vínculo y apego entre padres e hijos es central en el funcionamiento social y emocional del niño (xviii). Ha mostrado éste autor cuán importante es la relación cercana entre padres e hijos especialmente en los primeros cinco años de vida, que es el período en el que se adquieren y consolidan las relaciones interpersonales primarias. Los niños que no pueden cristalizar estas en esa etapa quedan mucho más vulnerables hacia el futuro. Lo anterior explica el rol central de la familia como uno de los elementos protectores. Esta presta un conjunto de funciones importantes para proteger éste desarrollo, funciones que han sido estudiadas y resumidas por Alvy (xix) en cinco categorías interrelacionadas, a saber:
1. Satisfacer las necesidades básicas del adolescente. Esta función incluye el obtener y dar al joven los recursos necesarios para su sobrevivencia básica, lo que incluye alimentación, techo, y acceso a servicios educacionales y de salud. La capacidad parental de cumplir con esta función está estrechamente ligada al nivel de ingresos y educación de los padres. La sobrevivencia y crecimiento de los adolescentes depende de la prioridad que le den éstos a cumplir esta función: cuando no lo hacen, los jóvenes deben en forma prematura procurar su propia subsistencia.
2. Función protectora. Los padres habitualmente se hacen responsables de proteger la integridad física, psicológica, espiritual y cultural de su progenie, alejándolos de amenazas externas provenientes del medio natural, o de grupos o instituciones que representan peligro. Lentamente, y a lo largo de la adolescencia, los jóvenes van pasando a asumir ellos estas funciones de auto-cuidado. El modo concreto de cumplir con esta función parental es el monitoreo de las actividades del adolescente, supervisando y colocando límites al joven. El cumplimiento de esta función se correlaciona con una menor frecuencia de conductas de riesgo; su implementación es compleja y variable, ya que debe lograrse un equilibrio entre la supervisión y la actitud controladora e intrusiva en diferentes áreas del desarrollo personal del adolescente. Culturalmente, se ha ido haciendo más difícil monitorear en forma cercana al joven actual, en la medida de que ambos padres tienden a pasar menos tiempo en casa, y de que los propios adolescentes tienen mayor movilidad geográfica que antes. Por esto, otra función en éste plano es la enseñanza de destrezas de auto-cuidado, que implica el preparar a los adolescentes para velar por la propia seguridad, física y psicológica. Ejemplos de esto son el saber que hacer en caso de emergencias en casa si se encuentran solos, o el saber rechazar la presión de los pares en relación a consumo de drogas o sexo temprano.
3. Apoyo y guía para el crecimiento y desarrollo. Esta función involucra el promover todos los aspectos del desarrollo infantil, incluyendo sus aspectos cognitivos, sociales, emocionales, morales, espirituales, sexuales, culturales y educacionales. Esto en la práctica se realiza proporcionando información, fijando límites, manteniendo un sistema de recompensas y castigos claro, comunicándose verbal y no-verbalmente con el adolescente y modelando los valores y conductas importantes para el padre. Esta función de guía del desarrollo sigue siendo importante a lo largo de toda la adolescencia, a pesar del rol progresivamente importante de los pares y de la escuela. Entre las competencias necesarias para ejercitar esta función, Alvy menciona la capacidad del padre de hacerlo en forma afectuosa, colocando exigencias lo suficientemente elevadas pero no imposibles de cumplir, con una aproximación participativa, con una capacidad adecuada de comunicación, modelando roles positivos para el joven, y transmitiendo una actitud de resolución de problemas adecuada. Lo anterior, resumido bajo el nombre de estilos de crianza, permite el mantener una actitud de apego cariñoso, y al mismo tiempo poder colocar estandares de expectativas claros con respecto a conductas maduras por parte del adolescente. En la medida que los puntos de vista de éste sean tomados en cuenta en el proceso familiar de toma de decisiones, y de que el nivel de comunicación sea adecuado, se puede llevar al adolescente hacia una capacidad de resolver conflictos autonomamente. El ejemplo de los padres es más importante en todo esto que la mera transmisión de discursos verbales acerca de como hay que comportarse: la transmisión de principios y valores se hace mucho más de modo no verbal que verbal, a través de la observación del niño de como se comporta el padre en diversas circunstancias.
4. Función de apoyo en relación al medio externo. La capacidad del padre de conectar al hijo con expertos, grupos, o instituciones que también pueden ayudar en su desarrollo es otro modo de ayudarlos. El confiar en las elecciones del adolescente y apoyarlo en implementar sus planes, es uno de los modos más efectivos de mejorar la auto-estima de los adolescentes.

http://escuela.med.puc.cl/paginas/ops/curso/Lecciones/Leccion16/M4L16Leccion2.html

NOTAS SOBRE RESILIENCIA Serie Documentos de Trabajo N° 1 © 1999 MAK Consultora S.A. Registro de Propiedad Intelectual Nº 109.608 Santiago, junio de 19

VULNERABILIDAD VERSUS RESILIENCE: UNA PROPUESTA DE
ACCIÓN EDUCATIVA
El tema central de este trabajo es realizar una revisión de aquellos
factores que actúan en forma positiva, sobre los procesos de desarrollo
de los niños de sectores pobres, a pesar de las situaciones estresantes
que se asocian generalmente a este medio ambiente.
Se pretende, también, iniciar una discusión en torno a las posibilidades de delinear
políticas sociales en el área educacional, que se relacionen con el estímulo de una
mejor calidad de vida para los niños de sectores populares.
El traer este tema deriva, fundamentalmente, de la preocupación en torno a las
diferencias individuales en el desarrollo, observadas en niños que viven sometidos a
situaciones muy similares entre sí. Uno de los estudios que llama la atención sobre el
tema de la vulnerabilidad, la invulnerabilidad y el fenómeno de la Resilience, deriva de
investigaciones iniciadas en los años cuarenta. Ya en esa época se hicieron estudios
que describían diferencias al interior de un grupo de niños, que fueron clasificados
como "hijos de padres adictos a substancias tóxicas". Este proyecto se llamó COSAPs
(Children of Substance Abusing Parents). En él se establecieron ciertas diferencias que
se observaron al interior del grupo descrito como "hijos de alcohólicos" (Logue y
Rivinius, 1948, en Vanistendael, 1991). Los autores se refirieron a la existencia de
factores que acentuaban la calidad de protectores, frente a la situación de estrés
producida por el alcoholismo de los padres y, además, constataron que ciertos niños se
desarrollaban normalmente a pesar de esta situación difícil.

3

I. ANTECEDENTES DEL CONCEPTO DE "RESILIENCE" Y
VULNERABILIDAD.
El interés por estudiar este tema surgió como fruto de una larga
trayectoria de trabajo poblacional con niños y sus familias. En este
contexto fueron observados una serie de fenómenos con respecto a los
procesos de desarrollo infantil y que, a primera vista, carecían de
explicaciones aparentes. En este marco se gestaron las preguntas
iniciales respecto del significado de los conceptos "resilience", la
invulnerabilidad y la vulnerabilidad.
Es importante mencionar que el término "resilience", al que nos estaremos refiriendo
durante al exposición de este trabajo, es un concepto que pasó de la física al área de la
psicología. Por "Resilience"1 se entiende la capacidad que tiene un cuerpo físico de
recobrar su forma primitiva, cuando se cesa de ejercer presión sobre él. En un plano
psicosocial es entendido como el enfrentamiento efectivo que puede hacer el niño ante
eventos de vida estresantes, severos y acumulativos. Se presenta como polaridad el
concepto de "Vulnerabilidad", que indica la imposibilidad o dificultad de recuperación
frente a una situación que ejerce presión. Se entiende por "Invulnerabilidad", el
desarrollo de personas sanas en un setting o circunstancias ambientales insanas.
1 Este concepto no posee una traducción exacta y puede ser trasladado
insuficientemente al castellano, como "elasticidad". Usaremos, por lo tanto, el vocablo
en inglés.

4
Durante muchos años, la tendencia en las áreas que estudian al ser humano estuvo
enfocada a dar mayor énfasis a los estados patológicos. Por este motivo, las
investigaciones se centraron en la descripción exhaustiva de las enfermedades y en el
intento de descubrir las causas que pudiesen explicar el surgimiento de una u otra
patología mental. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados en esta línea,
muchas interrogantes quedaron sin respuesta. Esto ha significado que la gran mayoría
de los modelos teóricos desarrollados, resultaran insuficientes para explicar el qué y el
cómo de la enfermedad mental (Rutter y Hersov, 1985).
Esto ha sido aún más evidente en los estudios de niños donde se ha tendido, además,
a aplicar los parámetros utilizados en la investigación de la vida adulta. Es importante
señalar que, tanto a nivel empírico como de investigación, el trabajo que se puede
realizar con niños y jóvenes, es cualitativamente diferente del que debe hacerse con
adultos. Pero esta diferenciación no se ha tenido presente en muchas oportunidades.
Esto ha influido en el aumento de las dificultades de la investigación e intervención
infantil (Rutter y Hersov, 1985).
Como se dijo, el estudio en torno a la infancia no estuvo excluido de la tendencia
"enfermizadora" del ser humano. Por qué los niños desarrollan tal o cual desorden
psicológico, qué factores son los que llevan a la aparición de una patología mental y
cómo la presencia de una alteración psíquica en la infancia se vincula con un desorden
en la etapa adulta, son algunas de las preguntas en que se centraron las
investigaciones. Considerando lo deficitaria que ha resultado esta aproximación, en los
últimos años se ha desarrollado el nuevo enfoque de la "Resilience", cuyo interés radica
en la sanidad mental y la prevención de posibles trastornos (Lösel et.al., en Brambring
et.al., 1989).
Este nuevo acercamiento tuvo como eje central, por un tiempo, los conceptos de
Invulnerabilidad y Vulnerabilidad. Recordemos que por "invulnerabilidad", estamos
entendiendo el desarrollo de personas sanas en circunstancias ambientales insanas.
Este enfoque enfatizó la idea de la sanidad por sobre la enfermedad, como un medio de
acrecentar los conocimientos y el entendimiento en torno al desarrollo infantil, para
aumentar las posibilidades de generar intervenciones preventivas, más que curativas.
En relación al concepto de Invulnerabilidad, se ha tendido a enfatizar tres
características:
1.- No se consideraba la Invulnerabilidad como un concepto general o absoluto, sino
que se entendió como una inmunidad relativa a eventos de vida estresantes. Es
decir, no se trataba de "superniños" (como algunos malentendieron) resistentes
a todo, sino de personas que podían no recibir todos los impactos negativos que
les presentaba su entorno.
2.- La invulnerabilidad no estaba dada solamente, como en muchas ocasiones se
entendió, por disposiciones genéticas. Los factores que protegen al niño
provienen, esencialmente, de una permanente interacción ambiente/constitución
biológica.
3.- La resistencia al estrés o Invulnerabiliad, no se consideraba como una cualidad
fija e inamovible, sino como un elemento que variaba a través del tiempo y con
las circunstancias vitales.
Estos puntos se clarificaron de manera reiterada, pero el constructo Invulnerabilidad
comenzó a poseer una serie de connotaciones y significaciones, que desviaron el
concepto en el sentido de ser un elemento exclusivamente biológico e inmodificable.
Esto llevó a los autores que adscriben a este enfoque, a preferir la utilización del
término Resilience (Lösel et.al., en Brambring et.al., 1989).
Al utilizar el concepto de Resilience se intentó ampliar las múltiples limitaciones del término Invulnerabilidad. Para los autores, Resilience se entiende como el
enfrentamiento efectivo que puede hacer el niño frente a eventos de vida estresantes,
severos y acumulativos. Es, en definitiva, el desarrollo de una sanidad mental a pesar de los factores de riesgo en trastornos psicológicos pronunciados (Lösel et.al., en Brambring et.al., 1989).

II. ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE LA RELACION
ENTRE LA CAPACIDAD ESTRESANTE DEL AMBIENTE
Y EL DESARROLLO:
El impacto negativo que producen altos niveles de acontecimientos
estresantes ha sido planteado extensamente por distintos autores, tanto
en relación a los adultos (Rossman y Rosemberg, 1992), como en los
niños (Gazmery y Rutter, 1983). La literatura describe cómo algunos
niños -que están en situación de riesgo- al ser sometidos a una situación
estresante, presentan una alteración o desajuste en su comportamiento.
Esta situación de estrés puede ser provocada por condiciones biológicas,
psicológicas, familiares y por la sociedad en términos más amplios.
También se describen niños que, sometidos a situaciones similares, no
presentan trastornos conductuales.
Diversas son las situaciones o comportamientos que provocan en los niños la sensación
de estrés. Se han descrito estresores "normales" y "anormales". como parte del fluir de la vida. Entre otros, son considerados "estresores normales" ciertos cambios como el nacimiento de un hermano, el ingreso a la escuela o un establecimiento preescolar, y visitas al médico.
Entre aquellos considerados "estresores anormales" figuran, por ejemplo: la separación, hospitalización o muerte de los padres o uno de ellos, y el vivir en situación de pobreza.
Al hablar de pobreza, nos referimos a aquellas dinámicas intra-familiares que se
producen como producto de la situación de escasos recursos, como vivienda inexistente
o en mal estado, niveles de salud insatisfactorios o de enfermedades recurrentes, baja
o insuficiente escolaridad y hacinamiento.

III. LOS FACTORES MODERADORES DEL ESTRES:
Es necesario destacar que niños sometidos a situaciones estresantes
muy similares entre sí, reaccionan en distinta forma. Esto es extensivo a
la situación de pobreza. Se ha observado que cierton niños reaccionan
mejor de lo esperado, dadas las condiciones adversas a las que se ven
enfrentados. De acuerdo a Rossman y Rosemberg (1992), existen
estudios que han descrito algunos factores que actúan como
"moderadores". Es decir, estos serían como una especie de muro de
contención por medio del cual, algunos niños reciben el impacto del
estímulo estresante sin que les impida ser capaces de recuperar su
estado de normalidad, sea frente a estresores normales o anormales.
Entre otros factores que actúan como "moderadores", Rossman y Rosemberg (1992)
mencionan la edad, género, status socio-económico, el apoyo familiar y social, la salud
mental de los padres y su capacidad de adaptación y resolución de problemas. Además
se menciona la competencia cognitiva y la sensación de control que el niño tiene sobre
las reacciones socio-emocionales.
Otros autores ha preferido el término de Factores Protectores, los que incluirían
recursos tanto personales como sociales, con los que el niño hace frente a las
situaciones vitales difíciles (Lösel et.al., en Brambring et.al., 1989).
Los factores protectores vinculados a los Recursos Personales del niño, incluirían los siguientes elementos:
a) Autonomía
b) Independencia
c) Capacidad Empática
d) Orientación hacia las tareas
e) Factores Temperamentales

Los Factores Temperamentales estan compuestos, a su vez, por una serie de aspectos:
Nivel Intelectual, Grado de Acercamiento o Rechazo a situaciones o personas nuevas,
Grado de Flexibilidad y Cualidad de Humor (Berger, en Rutter y Hersov, 1985).
En relación a este tema, numerosos autores han descrito patrones vinculados a los
aspectos temperamentales recién mencionados. El que más atención ha recibido es el
denominado "Patrón Difícil". que se caracteriza por:
- Irregularidad en los ritmos biológicos
- Rechazo a situaciones y personas nuevas
- Baja adaptabilidad
- Humor negativo
- Reacciones intensas
Los estudios han determinado que los niños que poseen tal patrón temperamental son
más propensos a desarrollar desórdenes conductuales importantes y, por ende, tienen
menos probabilidades de ser niños "resilience". Lo anterior no quiere decir que un niño con un "patrón difícil" inevitablemente desarrolle un trastorno, ni que un menor que posea otro patrón no pueda hacerlo. Tampoco significa que un niño poseedor de un "patrón difícil" no pueda ser "resilience". Este último fenómeno no está sujeto sólo a variables temperamentales, sino que es producto de la interacción permanente entre una diversidad de factores.
Con respecto a los factores protectores relacionados con los Recursos Sociales con los que cuenta el niño, se involucran las siguientes características:
a) Ambiente cálido
b) La existencia de madres (o sustitutas) apoyadoras
c) Comunicación abierta al interior de la familia
d) Una estructura familiar sin disfuncionalidades muy importantes.
e) Padres estimuladores
f) Buenas relaciones con los pares
Se hace necesario recalcar la importancia del punto B. En numerosas investigaciones,
los resultados han sido consistentes en mostrar que el factor protector más fuerte es la existencia y disponibilidad de una relación de cuidado cálida y estable en el tiempo, durante la infancia temprana.
Esto nos muestra, una vez más, la importancia de la presencia de una figura estable, ya sea la madre o alguna otra persona que la sustituya en su rol. Lo anterior confirma la necesidad de la realización de un trabajo preventivo con las madres, incluso en forma previa al nacimiento de su hijo. Se hace imprescindible apoyarlas en términos de recalcar la importancia de su rol y en la necesidad de su presencia permanente. Pero ésta no es una presencia cualquiera, sino que debe estar caracterizada por un contacto cercano, estimulador y efectivo con el niño. Es así, como no debieran dejarse de lado los esfuerzos que vayan en la línea de llevar a cabo un trabajo con las madres y, al contrario, esto debe reforzarse (Gazmery y Rutter, Mrasek y Mrasek, en Rutter y Hersov, 1985).
Si bien puede resultar evidente el resaltar la necesidad de la existencia de una familia adecuada, no por ello resulta menos importante. La gran mayoría de las investigaciones realizadas en torno al tema, han sido llevadas a cabo en el extranjero, por lo que sabemos poco sobre si tales factores poseen la misma relevancia en nuestra realidad.
Lo más probable es que así sea, en la medida que un gran número de nuestra
población vive en condiciones de pobreza, a la cual se ligan, mucha veces, importantes disfuncionalidades a nivel familiar. Sería relevante entonces, ver qué sucede al respecto en nuestro país, para poder detectar cuáles son las familias de mayor riesgo para los niños y cuáles pueden contribuir al desarrollo del fenómeno de la Resilience. Es necesario determinar las características familiares relevantes que se vinculan a este fenómeno, de manera de poder ejecutar trabajos preventivos, en el sentido de estimularlo de manera pertinente.

La Resilience es una característica de gran complejidad, que envuelve una diversidad
de factores y variables que inciden fuertemente en el resultado que se obtenga. Es
necesario recalcar que los factores moderadores o protectores personales y sociales,
no actúan de manera aislada, por lo tanto, no hacen sus aportes independientemente
uno del otro. Todos los aportes interactúan y de esta interacción, que es constante y
específica a cada persona, surge o no el fenómeno de la Resilience.
La complejidad de la Resilience no está dada sólo por la gran gama de factores
implicados, sino también por la unicidad de cada persona. Esto quiere decir que la
Resilience es siempre un resultado único, que surge como consecuencia de las
diferencias individuales en el procesamiento interno del ambiente.
En este trabajo, como se indicó, nos interesa reflexionar en torno al cómo al nacer y
vivir en un contexto de pobreza, tiende a acrecentar las posibilidades de ser impactado
negativamente por una dinámica familiar inadecuada. Esta dinámica ha sido
ampliamente descrita por autores como Lewis (1964), Seguel (1989) y Rutter y Madge
(1976).
Al interior de las familias que viven en situación de pobreza es posible detectar
diferencias muy notables (Kotliarenco, 1989), que se reflejan en los niños que nacen en
ellas. Esas especificidades fueron descritas como producto de las diferencias
individuales de los niños, basadas en factores como el temperamento, el sexo y la
edad, que se vincularon al modo en que el menor procesa su realidad.
11
IV. CARACTERISTICAS DE LOS NIÑOS QUE POSEEN
MECANISMOS MODERADORES:
Existen frecuentes limitaciones metodológicas en los estudios en Ciencias
Sociales, que en este caso se agravan por un factor que dificulta la
investigación. Como la Resilience no es un fenómeno que se dé en forma
masiva, la búsqueda de niños "resilience" para llevar a cabo los estudios
es, generalmente, una tarea difícil y tediosa (Lösel et.al., en Brambring,
1989).
A pesar de esto, ya se han realizado investigaciones que permiten clarificar en qué
consiste este proceso y cuáles son los elementos que caracterizan a los niños
"resilience". Tales trabajos han centrado sus esfuerzos en dos aspectos. Por un lado,
se ha intentado describir cuáles son las variables que se encuentran en el origen del
fenómeno de la Resilience, que serían los factores Moderadores o Protectores, que
fueron previamente indicados. Por otro lado, los estudios han tratado de describir las
características de los niños "resilience" en contraposición a los que desarrollan algún
tipo de patología mental, bajo iguales condiciones ambientales y que los autores
denominaron "desviados" (Lösel et.al., en Brambring, 1989; Mrasek y Mrasek, en Rutter
y Hersov, 1985).
Estos estudios se han realizado, fundamentalmente, en instituciones que acogen niños
que no poseen familia o que están vinculados a una situación similar. Los resultados de
las investigaciones tiende a coincidir en que es posible encontrar claras diferencias
entre los niños de acuerdo a la categoría en la que fueron clasificados -"resilience" o
"desviados". Los resultados obtenidos muestran que:
1.- Las características temperamentales difieren entre los niños "resilience" y los
"desviados". Se encontró que los niños "resilience":
a) Poseen un mayor nivel intelectual, tanto a nivel verbal como de razonamiento
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matemático.
b) Muestran mayor tendencia al acercamiento a situaciones y personas nuevas.
c) Muestran una cualidad del humor más positiva.
d) Aparecen con una ritmicidad biológica más estable. Cabe destacar el control de
esfínteres, los patrones de sueño y de alimentación.
2.- Los niños difieren en las cogniciones, especialmente en aquellas ligadas al
autoconcepto. Los niños "resilience":
a) Aparecen con una autoestima más elevada.
b) Aparecen con una mayor motivación al logro.
c) Muestran una menor tendencia a los sentimientos de desesperanza.
d) Presentan un mayor sentimiento de autosuficiencia.
3.- Ambos grupos se distinguen también en cuanto al apoyo social recibido. En los
niños "resilience":
a) Aparece una mayor frecuencia de apoyo emocional.
b) Existe una mayor frecuencia de apoyo material.
c) Se les brinda mayor apoyo informativo.
d) Se les otorga mayor apoyo en términos de entrega de valores.
4.- Se diferencian además en cuanto a los sentimientos de satisfacción asociados a
distintos aspectos. En los niños "resilience":
a) Existe mayor satisfacción en cuanto al apoyo emocional recibido.
b) Muestran mayor satisfacción en relación al apoyo material recibido.
c) Se aprecia mayor satisfacción en términos del apoyo informativo recibido.
d) Aparecen con una mayor satisfacción en cuanto al apoyo valorativo recibido.
5.- Ambos grupos se diferencian en los comportamientos de enfrentamiento a
situaciones adversas. Los "resilience":
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a) Muestran una mayor actividad dirigida a la resolución de problemas.
b) Se observa un mejor manejo económico, frente a dificultades en ese ámbito.
c) Aparecen con una menor tendencia a la evitación de problemas.
d) Aparecen con una menor tendencia al fatalismo en el enfrentamiento de
situaciones difíciles.
Como es posible apreciar, los niños "resilience" difieren en una diversidad de aspectos
de los llamados niños "desviados".
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V. APROXIMACIONES A UNA POLITICA DE ACCION EDUCATIVA:
La discusión en relación a los posibles aportes del concepto de
Resilience, debe basarse en los avances teórico-prácticos en diversos
planos. Presentaremos algunos de los factores que nos llevan a plantear
la posibilidad de retroalimentar las acciones educativas a partir de la
acumulación de conocimientos que se producen en esta área. Entre
otros, es importante considerar los siguientes factores:
1.- Una lectura de los factores que han actuado como moderadores, frente a las
situaciones que acarrea frecuentemente la situación de pobreza.
2.- La importancia de la detección temprana de posibles desórdenes permanentes
en los niños, como los daños cerebrales. Estos desórdenes, al ser detectados
y/o evaluados tempranamente, pueden ser prevenidos o aminorados,
permitiendo a los niños y a sus familias una mejor calidad de vida (Hall, 1992).
3.- La importancia de la detección temprana de los factores estresantes, para
reducir sus efectos en el desarrollo de los niños (Hall, 1992).
4.- El hecho que el realizar tempranamente las intervenciones, produce un mayor y
mejor impacto (Bronfenbrenner, 1974).
5.- El cambio que han sufrido los servicios de atención pediátrica, en el sentido de
dejar la actitud pasiva, en la cual se esperaba la llegada de los padres a la
consulta para hacer la intervención. La actitud actual se orienta a realizar una
acción activa o promotora de la detección temprana de los factores que estarían
impidiendo un desarrollo integral normal, para prevenir posibles alteraciones y
desordenes (Hall, 1992).
En definitiva, podemos señalar que el estudio de la Resilience, es decir, de niños que,
en entornos muy dañados, se desarrollan sin dificultades importantes y aparentes,
permite aumentar el caudal de información y conocimientos en relación a por qué
algunos niños no son dañados por la deprivación. En el caso de nuestro país es
15
fundamental conocer los efectos diferenciales de la pobreza, ya que ésta es una
realidad cotidiana. En muchos paises extranjeros donde se hacen investigaciones en
torno al tema, la pobreza no constituye un problema tan dramático. En Chile y
Latinoamérica, la pobreza y sus múltiples formas de deprivación es un hecho concreto y
fácilmente distinguible. Por esto, el estudio de la Resilience y sus alcances, cobra gran
importancia para nuestro continente.
Todo lo expuesto anteriormente, nos muestra la necesidad de centrarnos en la salud,
más que en la enfermedad. En la medida en que seamos capaces de conocer con
profundidad las condiciones bajo las cuales se desarrolla el fenómeno de la Resilience,
podremos generar intervenciones que vayan en la línea de generar y apoyar tales
condiciones. Además, este enfoque implica que en diseño de las prácticas educativas
será indispensable no sólo contar con un mensaje adecuado, sino también con un
mensajero que lo transmita con respeto y cariño al niño. Tal mensaje educativo debe
basarse en la posibilidad de que el menor desarrolle la capacidad de ser activo frente a
los adultos y su medio, generando una adecuada autoconfianza y autoimagen.
Existen muchas interrogantes en relación al tema. La gran mayoría de las
investigaciones han sido ejecutadas en el extranjero. Por lo tanto, tenemos el deber -
reconociendo los aportes en otros continentes- de mirar con detención qué es lo que
sucede al respecto en nuestro país, de modo de crear alternativas y estrategias que
sean pertinentes a nuestra difícil realidad.
16
Referencias
Berger, M. (1985) Temperament and Individual Differences. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern
Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres.
Bronfenbrenner, U. (1974). Is early intervention effective?. A report on longitudinal evaluations of
preschool programs, Vol.2. Washington D.C.: Departament of Halth, Education and Welfare, Office Child
Cevelopment.
Clarke, A.M. y Clarke, A.D.B. (1976). Early Experience: Myth and Evidence. Londres: Open Books.
Gazmery, N. y Rutter M. (1985). Stress, coping, and development in Children En Child and Adolescent
Psychiatry. Modern Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.) Londres.
Gazmery, N. y Rutter, M. (1985) Acute Reactions to Stress. En Child and Adolescent Psychiatry. Modern
Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres.
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Ponencia presentada en la Asamblea General de Caritas Internationalitis, BICE, Roma.
17
Una Posible Posibilidad frente al Estrés de las Familias
en Pobreza: los Mecanismos Protectores
Kotliarenco, Ma.Angélica
Cáceres, Irma
Trabajo presentado en “Encuentro Nacional de Educación
Parvularia: Derechos del Niño, Rol de la Familia y Calidad de
la Educación”. OMEP, junio 1994 - Valparaiso
18
UNA POSIBLE POSIBILIDAD FRENTE AL ESTRES DE LAS
FAMILIAS EN POBREZA:
LOS MECANISMOS PROTECTORES
El tema de la resiliencia, entendida como la capacidad de tener un
desarrollo sano en ambientes socioeconómicos adversos o insanos, ha ido
adquiriendo gran relevancia en los últimos años en áreas de la
investigación en psicología evolutiva y de personalidad. Diversos estudios
extranjeros han detectado una serie de factores tanto de orden personal -
temperamentales, cognitivos y afectivos como social, específicamente en
áreas asociadas a la estructuración y dinámicas de la familia y a la
existencia de redes sociales, que se relacionan con el desarrollo de
resiliencia. Sin embargo, en Chile, se carece aún de estudios acerca del
tema, por lo que la presente nota dará cuenta de los avances bibliográficos
al respecto, considerando que éste es un factor importante, entre otros,
para el desarrollo de una línea preventiva.
Desde mediados de la década del setenta se ha venido manejando el concepto
"Resilience" o Resiliencia, como una alternativa que permitiría vislumbrar la posibilidad de
que nacer y crecer en pobreza, puede ser más que verse enfrentando a un cúmulo de
carencias.
Estudios realizados en diversos grupos familiares, señalan que existen factores que
pueden compensar, al menos parcialmente, las condiciones que crean factores de riesgo
que se hacen presentes inevitablemente en condiciones de pobreza. Además, existen
evidencias de que la adaptación exitosa a condiciones adversas puede contribuir al
desarrollo de una personalidad positiva, y por último, que la prevención primaria es
posible sin intervenciones externas al medio de la crianza de los niños.
19
Es importante señalar que el concepto de resiliencia no se refiere al " superniño", capaz
de mantener su salud mental bajo cualquier circunstancia, ni con el ser invulnerable, sino
más bien, a la inmunidad relativa frente a acontecimientos estresantes. Lo interesante es
que tampoco alude sólo a disposiciones genéticas, sino que también a factores que
emergen de la compleja interacción entre lo genético y lo ambiental, como también a las
interacciones entre las personas y los contextos en que están insertos.
Los estudios han encontrado diversos factores asociados al desarrollo de resiliencia en
condiciones de pobreza, entendida ésta como el conjunto de dinámicas intrafamiliares
que se producen como resultado de vivir en condiciones de escasez de recursos
materiales. Es sorprendente que, aunque la resiliencia debe ser específica para riesgos
particulares, los cuales parecen tener poco en común, los indicadores que emergen de
los estudios cuentan con predictibilidad sobre ellos.
Existen aspectos específicos en las circustancias inmediatas del niño, que también
aparecen como importantes para protegerlos de la adversidad. En relación a los de tipo
social, los que se citan con mayor frecuencia son :
- Ambiente cálido
- Existencia de madres o sustitutas apoyadoras
- Comunicación abierta al interior de la familia
- Estructura familiar sin disfuncionalidades importantes
- Padres estimuladores
- Buenas relaciones con los padres
- Mayor apoyo social ( emocional, material, informativo, en entrega de valores).
Estudios empíricos recientes sobre el tema de la adversidad apuntan hacia el
funcionamiento psicológico "adecuado" de los niños resilientes, a los que aparecen
ligados mecanismos protectores tales como :
- Mayor C.I. Verbal y matemático
- Mayor tendencia al acercamiento.
20
- Humor más positivo.
- Ritmicidad biológica estable ( control de esfínteres, patrones de sueño y
alimentación).
Dentro de las características cognitivas y afectivas favorables se encuentran:
- Mayor empatía
- Mayor autoestima
- Mayor motivación al logro
- Mayor sentimientos de autosuficiencia
- Menor tendencia a sentimientos de desesperanza
- Mayor autonomía e independencia
- Habilidades de enfrentamiento caracterizadas por : orientanción hacia las tareas,
mayor actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico,
menor tendencia a la evitación de problemas y menor tendencia al fatalismo en
situaciones difíciles.
Rutter ha planteado que la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los
niños nacen, ni adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso que
caracteriza a un complejo sistema social en un momento determinado. Sería, entonces,
un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que tienen lugar a través del tiempo,
dando afortunadas combinaciones de atributos del niño con el ambiente familiar, social y
cultural.
Se hace necesario recordar, además, que los niños son seres activos frente al ambiente,
en consecuencia, quienes son más resistentes a las condiciones estresantes, son
participantes activos en esta situación de estres y desarrollan estrategias que les
permiten desempeñarse adecuadamente. Es así que este enfoque se centra en los
mecanismos que discriminan positivamente a los menores de sectores de pobreza, lo
que les permitiría comportarse de manera tal que durante su vida alcanzan - en forma
importante- los objetivos que se proponen.
Referencias
21
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Approaches, Rutter, M. y Hersov, L. (Eds.), Londres.
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22
Rutter M. y Magde N. (1976). Cycles of Disadvantage: a review of research. Londres: Heinemann.
Seguel, X, Bralic, S., Edwards M. (1989). Más allá de la Sobrevivencia. CEDEP, Santiago - Chile.
Vanistendael, S. (1991). "Resistencia. Un enfoque posible en el trabajo con los niños y las familias",
Ponencia presentada en la Asamblea General de Caritas Internationalitis, BICE, Roma.
23
La Pobreza desde la Mirada de la Resiliencia
Kotliarenco, Ma.Angélica
Cáceres, Irma
Alvarez, Catalina
Trabajo presentado en Seminario “Pobreza, Desarrollo
Humano e Intervención Social: La Resiliencia como una
posibilidad” organizado por CEANIM y auspiciado por la
Fundación Van Leer.
Abril 1995, Santiago de Chile
Publicado en Resiliencia: Construyendo en Adversidad,
CEANIM, Santiago de Chile, 1996.
24
LA POBREZA DESDE LA MIRADA DE LA RESILIENCIA
I. SALUD MENTAL Y POBREZA.
América -continente de contrastes- muestra diferencias de importancia en
el plano geográfico, físico, económico, social y cultural. Sin embargo, un
elemento que identifica a nuestros pueblos, es el elevado número de
personas que aún vive en marcadas condiciones de pobreza y
marginalidad, de los cuales, el grupo mayoritario está constituido por niños
y niñas.
Las familias en situación de pobreza están sometidas a una serie de demandas que se
constituyen en poderosas fuentes de amenaza y estrés crónico. Es así que la pobreza no
se concibe como una variable unitaria o un elemento distinguible, sino como un
conglomerado de condiciones y eventos desfavorables que se entrelazan y acumulan.
Los niños pobres y sus familias están expuestos a menudo, a condiciones precarias que
atentan contra la salud mental y física. Estas personas, frecuentemente deben habitar en
lugares de alta densidad poblacional, lejos de los centros urbanos y de mayor
contaminación ambiental, dada la falta de lugares adecuados donde depostitar la basura
y la escasez de áreas verdes, entre otras. Además, el vivir en lugares húmedos y sucios,
el hacinamiento, la falta de espacio, la preocupación de que los niños jueguen en lugares
inseguros, el riesgo de salir de noche, con calles mal iluminadas y la irregularidad del
transporte público, se traducen en aislamiento, incertidumbre y sensación de
vulnerabilidad (Blackburn, 1991).
En los grupos familiares pertenecientes a sectores pobres urbanos, el trabajo de
producción doméstica suele ser más intenso, pues se sustituye la compra de algunos
elementos por la producción casera. Las labores domésticas son más pesadas dado que
tienen un menor acceso a electrodomésticos, la infraestructura social es deficiente, por lo
que se debe destinar una gran cantidad de horas para la realización de este trabajo, que
en nuestro país es aún una responsabilidad de las mujeres (Informe Comisión Nacional
25
de la Familia, 1994).
En lo que respecta a la pobreza rural, la información es insuficiente. Sin embargo,
también se observan situaciones que pueden afectar el bienestar de las familias, tales
como una menor disponibilidad de los servicios básicos como agua potable y gas, lo que
conlleva una mayor dificultad material para realizar las tareas del hogar. La distancia
entre los hogares campesinos y la lejanía de los centros poblados, favorece el
aislamiento de las familias, dificulta la realización de trámites, compras y el acceso a los
servicios de salud. La temporalidad de los trabajos agrícolas se traduce en constantes
migraciones masculinas, haciendo que la presencia del hombre en el hogar y su aporte
económico sea altamente inestable. En la búsqueda de mayores oportunidades laborales,
es frecuente que las mujeres emigren jóvenes y solteras. Al cabo de un tiempo algunas
se embarazan, lo que plantea la disyuntiva de abandonar el trabajo o alejarse de los hijos,
enviándolos a vivir con la madre-abuela (Valenzuela, Venegas y Andrade, 1994).
Para muchas de las familias que viven en condiciones de pobreza, los sentimientos de
culpa y la preocupación son vivencias cotidianas. La dificultad para satisfacer las
necesidades básicas, gatilla en los padres estos sentimientos, al verse fracasados en su
rol de proveedor(a) y/o administrador(a). Es frecuente que deban trabajar horas
extraordinarias para aumentar sus ingresos o tener dos jornadas, como es el caso de las
mujeres que además trabajan fuera del hogar. El aumento de la probabilidad de sufrir la
muerte prematura de un hijo/a o de la pareja, hace que la experiencia del dolor y del
duelo sea más frecuente en estos sectores de la población. Estas experiencias altamente
estresantes tienen efectos acumulativos sobre la salud mental.
Esta condición puede afectar la estabilidad y buen desarrollo de las relaciones familiares.
Algunos autores señalan que muchas de las reacciones de los padres que viven en
pobreza, condicionan en forma importante la calidad de vida de sus hijos. Si estas
reacciones son punitivas, las relaciones padre-hijo se deterioran aumentado la
probabilidad de que los niños desarrollen problemas socioemocionales, síntomas
psicosomáticos, además de reducir sus aspiraciones y expectativas (McLoyd, 1989, en
Garrett et al., 1994). Existe el riesgo de que los padres reaccionen al estrés ambiental,
26
exigiendo la obediencia permanente, confiando en el castigo físico, negando el afecto y
fallando en dar respuestas a las necesidades de los niños. Además, la deprivación
económica ha mostrado ir acompañada de aislamiento social y de conductas parentales
caracterizadas por la negligencia y/o el abuso. Se ha constatado que a medida que
decrecen los ingresos y/o nivel educacional, aumenta la violencia familiar. La presencia
de hacinamiento también se relaciona con una mayor violencia física y psicológica
(Larraín, 1995). En Chile, un 63% de los niño/as preescolares y escolares es víctima de
algún tipo de agresión (Unicef, 1994, en Larraín, 1995). Por otra parte, una de cada
cuatro mujeres es sometida a violencia física por su pareja y en uno de cada tres
hogares, son a lo menos agredidas psicológicamente (Sernam, 1992, en Larraín, 1995).
II. RESILIENCIA: UNA NUEVA PERSPECTIVA.
La preocupación por brindar igualdad de oportunidades a todos los niños de
los sectores más desventajados de nuestra sociedad continúa vigente,
como también está la búsqueda de marcos conceptuales que permitan
mayor comprensión de los procesos que tienen lugar en las personas que
viven en esas condiciones.
A fines de la década del setenta, se iniciaron conversaciones en un nuevo dominio; éste
dice relación con el desarrollo del concepto de resiliencia. La discusión en torno a este
concepto se inició al interior de la psicopatología, dominio en el cual se constató con gran
asombro e interés, que algunos de los niños criados en familias, en las cuales uno o
ambos padres eran alcohólicos y que lo habían sido durante el proceso de desarrollo de
sus hijos, no presentaban carencias en el plano biológico ni psicosocial, sino que por el
contrario, alcanzaban una "adecuada" calidad de vida.
Durante mucho tiempo, en las distintas áreas de la ciencias humanas, la tendencia fue
dar mayor énfasis a los estados patológicos. Por este motivo, las investigaciones se
centraron en la descripción exhaustiva de las enfermedades y el intento de descubrir las
causas que pudiesen explicar el surgimiento de una u otra patología mental. Sin embargo
- a pesar de todos los esfuerzos realizados en esta línea- muchas interrogantes quedaron
27
sin respuesta. Esto ha significado que la gran mayoría de los modelos teóricos
desarrollados, resultaran insuficientes para explicar el qué y el cómo de la enfermedad
mental (Rutter y Hersov, 1985). Esto ha sido aún más evidente en los estudios de niños
donde se ha tendido, además, a aplicar los parámetros utilizados en la investigación de la
vida adulta.
En los estudios sobre pobreza, esta tendencia no estuvo ausente. Investigaciones daban
cuenta de la presencia de aspectos tales como baja motivación de logro, resignación,
conformismo, fatalismo, menor inteligencia, entre muchos otros; los cuales se transmitían
intergeneracionalmente y explicaban cómo las personas se mantenían en condiciones de
pobreza (Allen, 1970). Así, la pobreza dejaba de ser considerada como resultado factores
tales como la flojera, la irresponsabilidad, la apatía o el alcoholismo. Esta mirada, aunque
más científica, no significó terminar con la estigmatización de la pobreza.
Es así como en los últimos años, emerge una nueva propuesta, diferente pero
complementaria a las anteriores, denominada resiliencia. El enfoque de la resiliencia
parte de la premisa que nacer en la pobreza, así como vivir en un ambiente
psicológicamente insano, son condiciones de alto riesgo para la salud física y mental de
las personas. Más que centrarse en los circuitos que mantienen esta situación, la
resiliencia se preocupa de observar aquellas condiciones que posibilitan el abrirse a un
desarrollo más sano y positivo.
El concepto resiliencia ha sido entendido de diferentes formas. En su definición
Vanistendael (1994) distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción,
esto es, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; por otra parte, más
allá de la resistencia, la capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a
circunstancias difíciles.
Este concepto se entrelaza con términos tales como los de vulnerabilidad, riesgo y
mecanismos protectores, entre otros. Michael Rutter (1992) ha caracterizado a la
resiliencia como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener
una vida “sana” viviendo en un medio “insano”. Estos procesos tendrían lugar a través del
28
tiempo, dando afortunadas combinaciones de atributos del niño con su ambiente familiar,
social y cultural. Es así que la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que
los niños nacen ni que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de
un proceso que caracteriza a un complejo sistema social en un momento determinado del
tiempo.
La resiliencia es el resultado de una interacción entre el niño y su ambiente. Es
importante destacar que la conducta resiliente no es estable en el tiempo, ni tampoco lo
es a través de los contextos sociales y/o culturales. Resulta necesario distinguir los
variados factores que entran en juego en el proceso de crecimiento y desarrollo de los
niños, como una forma de diferenciar entre aquellos que actúan a favor de la resiliencia o
bien de la vulnerabilidad. Las bases de la resiliencia son tanto constitucionales como
ambientales y el grado en que este comportamiento se manifiesta está sujeto a la edad,
el contexto y a otras variables como el sexo (Rutter, 1993).
Es necesario señalar que el concepto de resiliencia se sustenta en la comprensión de las
diferencias individuales que existen entre las personas, como también, en el cómo dichas
diferencias entran en interacciones igualmente distintas, dependiendo de diversos
factores. Por ejemplo, la edad del individuo, el nivel de desarrollo del sistema nervioso, el
género, los rasgos genéticos, el contexto ambiental y cultural; en el cual estos
componentes se manifiestan. Las conductas resultantes van a depender también de la
etapa de maduración en la que esté la persona; lo que está especialmente presente en el
caso de los niños.
Con el propósito de entender cómo y cuándo se presenta este fenómeno en las personas,
las investigaciones se han preocupado de distinguir las características comunes en los
niños denominados “resilientes”. Se ha observado que estos niños presentan una
aproximación activa hacia la resolución de los problemas de la vida, siendo capaces de
interactuar efectivamente con gran cantidad de experiencias emocionales de riesgo y
procurarse la atención positiva de otras personas. A la vez, tienden a percibir sus
experiencias de manera constructiva, aun cuando estas hayan causado dolor y
sufrimiento. Además, la presencia de la fe favorece una visión positiva de la vida y un
29
sentido de trascendencia (Werner,1994).
III. FACTORES PROTECTORES
En la base de la resiliencia, existen ciertos procesos y/o mecanismos
amortiguadores o moderadores del estrés que contrarrestan el riesgo.
Masten y Garmezy (1985) agruparon algunas variables que según sus
observaciones, operarían como factores protectores: a) rasgos de
personalidad tales como autonomía, autoestima y orientación social
positiva; b) cohesión familiar, calidez y ausencia de graves conflictos; c)
disponibilidad de sistemas de apoyo externo que refuercen y alienten los
esfuerzos de enfrentamiento del niño. Sin embargo, Rutter (1990) advierte
que esta clasificación no difiere en gran medida de las concepciones sobre
riesgo, puesto que estos factores no son más que antónimos de las
variables de riesgo. Por otra parte señala que, si queremos encontrar
nuevas aproximaciones a la prevención, debemos focalizar nuestra
búsqueda más en los mecanismos y procesos protectores que en las
variables y factores. Esto significa que, más que observar la presencia o
ausencia de autoestima en una persona, debiéramos entender cómo esta
característica opera en situaciones de adversidad, para así favorecer un
enfrentamiento positivo del problema.
Diversas investigaciones dan cuenta de una serie de características descritas como
factores protectores. Ahora bien, más allá de consignar el hecho de que estas
características están presentes, es importante atender a cómo estos atributos operan en
la respuesta de las personas frente a una situación de riesgo haciendo que éstas
incrementen sus posibilidades de éxito. Estos factores son: (Kotliarenco y Dueñas, 1992).
Factores personales:
Características temperamentales:
- mayor C.I. verbal y matemático;
30
- mayor tendencia al acercamiento;
- humor más positivo;
- ritmicidad biológica estable (control de esfínteres, patrones de sueño y
alimentación).
Características cognitivas y afectivas:
- mayor empatía;
- mayor autoestima;
- mayor motivación al logro;
- mayor sentimiento de autosuficiencia;
- menor tendencia a sentimientos de desesperanza;
- mayor autonomía e independencia.
- habilidades de enfrentamiento caracterizadas por: orientación hacia las tareas,
mayor actividad dirigida a la resolución de problemas, mejor manejo económico,
menor tendencia a la evitación de los problemas y menor tendencia al fatalismo en
situaciones difíciles.
Factores psicosociales de la familia:
- ambiente cálido;
- existencia de madres o sustitutas apoyadoras;
- comunicación abierta al interior de la familia;
- estructura familiar sin disfuncionalidades importantes;
- padres estimuladores;
- buenas relaciones con los pares;
- mayor apoyo social (emocional, material, informativo, entrega de valores)
(Vanistendael et. al.,1991).
Factores socioculturales:
- sistema de creencias y valores
- sistema de relaciones sociales (espacios privados y públicos)
- sistema político-económico
- sistema educativo
31
- pautas de crianza
Autores como Garmezy, Masten y Tellegen (1984), sostienen que los factores protectores
operan a través de tres mecanismos que son: el desafío, lo compensatorio y la
inmunización. Estos no son excluyentes entre sí y pueden actuar conjuntamente o bien
manifestarse en distintas etapas del desarrollo. En el modelo del desafío, el estrés es
visualizado como un estímulo para actuar con mayor competencia. En el modelo
compensatorio, los factores de estrés y los atributos individuales actúan combinadamente
en la predicción de una consecuencia y el estrés potencial puede ser contrapesado por
cualidades personales o por alguna fuente de apoyo. Finalmente, en el modelo de la
inmunidad existe una relación condicional entre los estresores y los factores protectores,
en la que estos últimos modulan el impacto del estresor, aun cuando éste ya no está
presente.
Al igual que en modelo de Garmezy et. al. (1984), en la concepción de Rutter el foco está
puesto en la interacción que se produce entre las variables o factores del individuo y de
su ambiente que posibilitan un cambio en la trayectoria de riesgo hacia una adaptación
positiva. Esta interacción puede ser clasificada como mecanismos de acuerdo a los
efectos que éstos tienen, tanto sobre el individuo como sobre la situación. Esta
clasificación incluye:
- Los que reducen el impacto del riesgo a través de alterar el significado que éste
tiene para el niño o de modificar su participación en la situación de riesgo.
- Los que reducen la probabilidad de reacciones negativas en cadena, resultantes
de la exposición al riesgo y que sirven para perpetuar los efectos del mismo. Por
ejemplo, en un niño afectado por la muerte de sus padres que posteriormente es
bien acogido por padres sustitutos, es probable que las secuelas negativas de
esta experiencia sean menores que las de aquel que es abandonado en una
institución.
- Los que promueven la autoestima y la eficiencia. De éstos, los más significativos
parecen ser la presencia de relaciones personales armónicas y seguras y el éxito
en la realización de tareas relevantes para el individuo.
- Los que crean oportunidades. Por ejemplo, es probable que una madre
32
adolescente que continúe estudiando o reciba una capacitación laboral, tenga
mayores posibilidades de experiencias favorables.
Rutter concluye que la protección no radica en los fenómenos psicológicos del momento,
sino en la manera cómo las personas enfrentan los cambios de la vida y lo que hacen
respecto a esas circunstancias estresantes o desventajosas. Es necesario prestar
atención especial a los mecanismos fundamentales de los procesos de desarrollo que
incrementan la capacidad de las personas para enfrentar eficazmente el estrés y
adversidades futuras y lo que les permite superar las secuelas de riesgos psicosociales
pasados.
IV. REFLEXIONES FINALES.
Si consideramos que una de las tareas pendientes para los países de
nuestro continente es el enfrentamiento y superación de la pobreza, es
relevante dirigir nuestros esfuerzos hacia la comprensión de los
mecanismos que actúan a nivel individual, familiar y comunitario que
puedan traducirse, a través del desarrollo e implementación de programas
de acción y educativos, en el reforzamiento y reconocimiento de las
fortalezas más allá de la vulnerabilidad.
El desarrollo del concepto de resiliencia nos ha mostrado una nueva dimensión en las
personas; dice relación con una mirada -que a diferencia de las anteriores- resulta
esperanzadora y optimista. Es así, como cada día se publican y aplican una mayor
cantidad de programas orientados a analizar los comportamientos resilientes, presentes
en algunos niños, adolescentes y adultos.
Cabe destacar que, a pesar de la proliferación de investigaciones y aplicaciones
prácticas, no podemos hablar de la resiliencia como un concepto unívoco y absoluto. Si
bien entendemos a la resiliencia como una capacidad humana y universal que está
presente en las distintas comunidades, razas y culturas; creemos que existen rasgos y
características particulares de acuerdo a los diferentes contextos en que se manifiesta.
33
En este sentido el intercambio de conocimientos y experiencias en esta área, resulta de
gran utilidad para la orientación de nuestro trabajo, siempre y cuando seamos capaces
de identificar aquellos elementos propios de un contexto específico y a la vez, favorecer
los recursos de dicha comunidad.
Promover la resiliencia apunta a mejorar la calidad de vida de las personas a partir de sus
propios significados, de los modos cómo perciben y enfrentan el mundo. Entonces
nuestra primera tarea, es reconocer aquellas cualidades y fortalezas que han permitido a
las personas enfrentar positivamente experiencias estresantes asociadas a la situación de
pobreza. Estimular una actitud resiliente implica potenciar estos atributos involucrando a
todos los miembros de la comunidad en el desarrollo, la implementación y la evaluación
de los programas de acción.
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