martes, 19 de agosto de 2008

el murmullo de los fantasmas

EL MURMULLO DE LOS FANTASMAS

1) LOS CHIQUILLOS O LA EDAD DEL VÍNCULO

• Así es como los hombres hacen hablar a las cosas
En general se supone que los niños que tienen carencias afectivas sufren sin tener conciencia, el niño se adapta a este empobrecimiento sensorial mediante un embotamiento de sus percepciones. Se vuelve cada vez más difícil de estimular, y, dado que su entorno ha dejado de dividirse en las categorías de un medio familiar y otro desconocido, su visión del mundo se vuelve borrosa. Cada vez le cuesta más establecer la diferencia entre quienes le estimulan y quienes le angustian. Esta falta de afectividad explica la necesidad de una afiliación. Cuando, entorno del niño, llegan a faltar los tutores sensoriales de desarrollo, el mundo deja de perfilarse. Y cuando deja de haber una figura destacada y un objeto cubierto de relatos, cuando una información vale tanto como otra, el mundo psíquico se vuelve borroso y la vida mental deja de estructurarse. Esto explica la importancia de una estimulación temprana y constante. Que efectos a largo plazo puede tener la pérdida precoz de uno o dos parientes?: la falta de padres antes de la edad de la palabra convierte en un desierto el entorno sensorial y, cuando carece de análogos parentales o de sustitutos, los daños resultan duraderos. En cambio, si disponemos algunos tutores de resiliencia afectivos y sensatos entorno del pequeño que sufre una carencia, éste retoma rápidamente su desarrollo y puede recuperar incluso su retraso.

• La alianza del duelo y de la melancolía
Todo duelo precoz, toda pérdida afectiva producida durante los primeros años de vida hace que la persona sea duraderamente vulnerable y prepara para las depresiones de la edad adulta.
Cuando muere uno de los padres es el sufrimiento del padre superviviente lo que latera al niño.

• ¿Es más demoledor el vacío de la pérdida que un entorno destructor?
La pobreza de los padres no es lo que altera al niño, es el aislamiento afectivo, la ausencia de rutinas. Un niño al que se deja solo se queda atasado porque todo aprendizaje se vuelve para él una fuente de angustia. Al no obtener seguridad, no experimenta el placer de depender de un adulto contra cuyo cuerpo le gusta acurrucarse, no puede orientarse más que partiendo de su propio cuerpo, es decir, balanceándose, chupándose el pulgar, vocalizando a solas, y privándose de este modo de tutores de desarrollo. En las situaciones en las que el entorno está desprovisto de tutores afectivos, el futuro de los niños se va gravemente comprometido: el 77 % sufrirá una deficiencia intelectual grave, el 32% no obtendrá más que un certificado de aptitud profesional, y el 95% de los que no tuvieron infancia tendrá miedo de convertirse en padre o madre. Traspasados por el pánico ante la idea de tener un hijo, harán cualquier cosa para evitar tenerlos, ya que eso les haría sufrir. Cuando logran convertirse en padres, este hecho les angustia hasta tal punto que transmiten su angustia al niño.
Es posible prever semejante catástrofe evolutiva cuando no se hace nada, cuando los estereotipos culturales estigmatizan a estos niños, cuando se dice que son monstruos, que no tienen arreglo, que serán toda su vida unos retrasados, unos gérmenes de delincuencia, cuando el Estado no construye ninguna institución que les dinamice, cuando las familias exhaustas o mal constituidas impiden tejer cualquier vínculo afectivo, o cuando los adultos responsables, al no creer en la posibilidad de recuperar a esos niños, no disponen a su alrededor ningún tutor de resiliencia.

• Se sentían amables porque les habían amado: habían aprendido la esperanza
Niños increíblemente sucios, heridos, enfermos, drogados y en ocasiones prostitutos, trabajaron en la reparación de su propia estima (siglo XXI). Aquellos que no lo conseguían aprendían a su pesar la violencia y la desesperación. El momento en el que es más fácil lograr la impregnación de este vínculo protector es el correspondiente a los primeros meses. Todo lo que no se pone en marcha en el momento en el que resulta más fácil hacerlo podrá trabajarse más adelante, aunque con mayor lentitud.
La esperanza aprendida, impregnada en su memoria como una huella sin representación, crea en los niños una aptitud para soñar en el porvenir.
La ensoñación activa (esperanza aprendida) es una muestra de la forma en que se puede uno hacerse feliz a sí mismo. Desde luego la felicidad se presenta de forma virtual en un escenario de imágenes, pero esta escena con la que se fantasea da forma a la esperanza. Sin embargo, los que han aprendido la esperanza proyectan en el escenario de su teatro íntimo un sueño ideal en el que se adjudican el rol de un niño amado, de un heroe prestigioso o de un adulto de felicidad simple.
El desencadenamiento surge de un brote imaginario: Curar a estos niños, alimentarlos, lavarlos, es, desde luego, una necesidad física, pero no desencadena un proceso de resiliencia.

• Dar a los niños el derecho de dar
Deambular sin metas y sin ensoñación nos somete a lo inmediato. En cambio, si damos al niño ocasión de representarse lo que ha sucedido, podremos desencadenar un proceso de resiliencia. La empatía esa aptitud que nos permite ponernos en el lugar del otro, es sin duda un factor esencial de la resiliencia. Ponerse en el lugar del otro permite calmarle, o ayudar o complacer, ofreciendo un espectáculo.
Explica que eldibujo de un niño es la representación de dar amor, por el hecho de hacerse amar y de hacer felices a quienes aman por medio de un objeto que emana de lo más profundo de sí mismo. Al dar el niño se siente mayor, bueno, fuerte y generoso. Su propia estima agrandada por el regalo, provoca un sentimiento de bienestar y confecciona uno de los nudos del vínculo.

• No se puede hablara de trauma más que si se ha producido una agonía psíquicas
Tras una gran prueba, las modificaciones emocionales son la regla. Se experimenta un alivio, e incluso un cierto orgullo, cuando se logra superar la dificultad, mientras que después de un acontecimiento traumático lo habitual es la confusión.

• La narración permite volver a coser los trozos de un yo desgarrado
Para iniciar un trabajo de resiliencia, debemos iluminar de nuevo el mundo y volver a conferirle coherencia. La herramienta que nos permite realizar este trabajo dr llama “narración”.
• Cuando los niños de la calle resisten a las agresiones culturales
La organización mundial de la salud y la UNICEF estiman en más de cien millones el número de niños que viven hoy en la calle. En general se trata de varones con edades comprendidas entre 6 y 17 años, con una educación deficitaria, y procedentes de familias numerosas en las que el padre ha desaparecido.
Sin embargo existen familias en este universo que se parecen a familias cuya estructura afectiva y cuyos comportamientos ritualizados están inmersos en un miseria increíble, el padre y madre, fuertemente asociados, se reparten las tareas y estructuran los días mediante pequeños rituales de higiene, de religión y de ingenuos festejos que se impregnan en la memoria de los niños y vertebran su personalización. Estos niños a la ecedad de 7 años son enviados a la callea vender objetos, mendigan, vigilan los coches, hurgan montones de basuras o traman sus pequeñas raterías, pero saben que pueden volver a casa y dar a sus padres la mayor parte del dinero, un dinero que servirá para comprar comida, la ropa y los cursos de recuperación escolar de sus padres.
Es en el seno de estas familias donde encontramos el mayor número de niños resiliente. Sucios, con frecuencia retrasados, aprenden un oficio, fundan una familia y vuelan a socorrer a aquellos que aún pasan dificultades. Esto dado por una envoltura afectiva y una estructura ritualista.
Unas madres colocadas en una situación de vulnerabilidad por los prejuicios culturales aún pueden transmitir fuerza cuando, con su cuerpo, con sus gestos y con sus palabras componen la base afectiva que sirve de trampolín para el florecimiento del niño. Y ala inversa, determinados padres sólidos y bien desarrollados se valen de sus diplomas para calmar su apetito de éxito social. Estos padres a pesar de sus grandes cualidades personales y de la organización de un entorno confortable, no proporcionan una base de seguridad a sus hijos, ya que al no ocupar sulugar en el hogar, no dejan huella en la memoria del niño.

• La creencia en los propios sueños entendida como una libertad interior
El sentimiento de libertad interior, de tener la capacidad de autodeterminarse, es una adquisición precoz probablemente ligada a la impregnación del vínculo protector

1 comentario:

Grupo Tesis dijo...

me encantó la última frase es hermosa. Me iré a leer el libro para encantarme de sus simples frases poderosas. (t).